martes, 6 de mayo de 2014

Nada cambia... Todo cambió... Dos cucharadas de azúcar para endulzar mi café, igual de fuerte y caliente; servido en la misma taza; y donde mismo me senté... Sorbos lentos, como siempre, para sentir en las manos, en la lengua y la garganta, su reconfortante calidez... El mismo libro, abierto en la misma página; la historia no cambia; sí, eso es lo que se ve... Nada cambia, nada cambia... Café insípido y sin color que patea mi garganta rígida, con su helado pie... Un libro amarillento que recita incoherencias en una página sin número que al parecer, no cambié... Nada cambia, nada cambia... ¿Qué ha cambiado aquí? ¡Nada cambia y todo cambió desde el día que se fue...!

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