miércoles, 9 de abril de 2014

Hay silencios cómodos, silencios con pantuflas, silencios con miradas por encima del libro. Silencios bajo lámparas colgadas en el tiempo, silencios preñados de un amor tranquilo. Pues son redundantes todas las palabras, cuando lo más importante ya se ha dicho, bajo sabanas blancas, junto al temblor de lágrimas, sobre mesa tendida y entre risas de hijos. Al correr de los años, a través de disgustos, entre perdón y besos lo importante se ha dicho y se crea un idioma de pequeñas ternuras, de gestos, de miradas de piel y de suspiros, un idioma callado que sólo dos entienden, un idioma de vida y lecho compartido. Un idioma que cabe en los silencios cómodos, un idioma recuerdo, un idioma latido, donde se conjugan los amores más grandes y las arrugas cuentan cuanto se ha sonreído. Si, que hay silencios cómodos silencios con pantuflas, donde reposa el gozo y el amor es tranquilo, donde la llama es suave pero perseverante y el amante oscila entre amante y amigo.

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